Desde el momento en que se comienza a formar parte de una realidad penitenciaria el ser humano deberá afrontar diversidades de retos de carácter psicológico, que en oportunidades pondrán en juego su integridad física y mental.
La vida en la cárcel es un túnel, a veces sin salida, donde cada estrategia de sobrevivencia surgirá de manera diferente. Una de las formas de escape es el adoptar nuevas personalidades, que permitan colocarte frente a una posición externa totalmente alejada del miedo y del temor, consecuente de las condiciones inhumanas que se presenten. Para un recluso, las lágrimas se encuentran disfrazadas de sonrisas, la impunidad y el miedo se llenan de valor para no ser vistas, indiferentemente del crimen que haya realizado, el cautivo antes de asesino, ladrón, drogadicto, etc., es un ser humano al que se le debe garantizar su derecho a la vida.
De acuerdo con el director del observatorio venezolano de prisiones, abogado Humberto Prado, "es importante que se sepa que en Venezuela, cada dos años se extermina un penal completo, o sea, matan a 800 internos aproximadamente", lo que resulta inconcebible para nuestra sociedad.
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